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CIRCULO CRITICO Encuentro

Etica, empresa, felicidad

Etica, empresa, felicidad

Victoria Camps, catedrática de Ética, presidenta de la Fundación Grifols y consejera permanente del Consejo de Estado, tiene una dilatada trayectoria pero es, ante todo, una dama de la ética, de la moral, de ahí que la primera pregunta tiene que ser ¿qué es la ética? Como definición, “es el estudio del comportamiento humano teniendo en cuenta unas normas, a la vez que se va formando la personalidad de acuerdo con estas reglas, unas reglas básicas que toda sociedad necesita para mejorar y perfeccionarse”. Ahora bien, ¿hay una o varias éticas? ¿Es diferente la moral de la ética? Victoria nos explica que, originariamente, son la misma palabra, solo que una procede del griego y la otra del latín “pero la moral se ha ido convirtiendo en un conjunto de normas de conducta adjetivadas, por ejemplo, la moral católica, la moral islámica, porque hablamos de algo que tradicionalmente ha estado vinculado a la religión”. Esto duró hasta la época de la Ilustración, el inicio de la modernidad, “que es cuando se intenta vincular con la racionalidad, y eso es a lo que hoy llamamos ética”. Y añade que, dado que la moral a veces está un poco degradada, sobre todo por la vinculación a la religión, “esa ética racional debería ser universal, igual que existen unos derechos humanos universales que sintetizan principios básicos, como igualdad, libertad, que son la base de una ética universal”.

¿Qué es una empresa ética?

La que se toma la molestia no solo de buscar una eficiencia económica sino que se plantea si lo que hace es bueno para la sociedad, de ahí deriva el concepto de responsabilidad social, que es contribuir al bien de la sociedad y no solo al interés del empresario, de la corporación. Esto incluye el trato con los empleados, favorecer a todos los afectados por la actividad, tener en cuenta cuestiones relacionadas con el medio ambiente. Hay muchos elementos en los que la empresa puede incidir, hacerse responsable.

¿Crees que a veces se llama ética a lo que sólo es estética?

La ética de la empresa ha derivado en muchas corporaciones en responsabilidad social corporativa, y se está plasmando en una memoria. Eso es lo que está entre la ética y lo que tú llamas estética, vinculado con el marketing, o sea, hacemos lo que hay que hacer, lo ponemos en una memoria, que a veces es muy cuantitativa, muy de indicadores, de los elementos que hay que dar cuenta, y se dejan otros que también son importantes pero que puede que necesiten más esfuerzo, y todo eso hace que se desprestigie.

Llevando esto al ámbito político, parece que hay bastante carencia de ética

Más que en las empresas, eso seguro. La política está muy desprestigiada, sobre todo por la corrupción, por esa forma de beneficiarse privadamente de lo que solo debería ser público, y por una deriva de la democracia representativa que curiosamente se ha ido alejando de las personas en lugar de representarlas. Por ejemplo, los populismos, que proponen representar al pueblo de otra manera que no está siendo la mejor, dan una supuesta voz al pueblo muy manipulada. Lo que hay que tener es representantes de verdad, que piensen en el bien común, no en el partidista, en lo coyuntural, en lo que solo sirve para ganar elecciones.

¿Hay indicadores para medir de verdad la ética o es demasiado complicado?

Se buscan. Algo que es fundamental es la transparencia. ¿Cómo se mide la transparencia de una institución, un municipio, una empresa? Necesitamos indicadores que nos digan qué hay que hacer para serlo. Es un paso, pero puede caer en la estética de la que hablábamos antes, porque el ciudadano no es eso lo que busca, y a veces se utiliza de tapadera de otras cosas, se ofrecen datos que ni son los que los ciudadanos quieren ni representan un cambio en la actitud tanto de los trabajadores públicos como de los privados y precisamente la ética lo que debe conseguir es ese cambio de actitud, es la ética de las virtudes de la que hablaban los griegos, adquirir cualidades, valores que van articulando una sensibilidad y una personalidad moral, y ése es el cambio que necesita la política y la empresa responsable.

De tu época como profesora, ¿cómo conseguías que tus alumnos entendieran que la ética es algo a aplicar en el mundo real y no una mera filosofía?

Yo he sido profesora de filosofía moral y en mis clases explicaba las teorías de los filósofos y a veces eso se queda en un nivel excesivamente teórico. Por ejemplo, explicar a un médico lo que es el imperativo categórico kantiano interesado en el ámbito de la bioética… hay que hacer un esfuerzo. La mayoría de las teorías sirven en la práctica, hay que saber explicarlo para que se vea la vinculación. Kant decía que hay que tratar a las personas como un fin, no como un medio, eso significa respetar la dignidad del paciente pero Kant no dice cómo hacerlo, hay que descubrirlo. Hasta hace poco, la medicina era muy paternalista y daba por supuesto que como el médico estaba en un nivel superior, ni se planteaba, pero me gustaría decir que en los últimos treinta años se ha hecho un esfuerzo por parte de la filosofía en lo que se llaman las éticas aplicadas, se vinculan a distintas profesiones, por ejemplo, la bioética, o la ética de la empresa, también podríamos hablar de la ética de la comunicación, la educación, la de la política no está nada desarrollada. Se ha hecho este esfuerzo porque la sociedad lo estaba demandando, se ha empezado por la medicina porque es la disciplina que más tenía esta necesidad.

De hecho, has estado varios años en el comité de Bioética de España

Este comité se creó muy tarde, por detrás de otros países europeos. Hay varios niveles: en los hospitales, los de ensayos clínicos y el nacional, que plantea cuestiones que afectan a un ámbito legislativo, pero no hicimos absolutamente nada porque no nos consultaron nada, lo que es curioso. Hicimos algunos informes por iniciativa propia, pero no consultaron nada. Ya sabes que a veces se crean órganos sin saber exactamente qué funciones tienen.

Hablemos también de felicidad. ¿Qué relación tiene con la ética?

Están muy relacionadas. La felicidad es un tema que la filosofía se ha planteado bastante aunque de forma indirecta. Aristóteles, el primer filósofo que escribe de ética, lo primero que dice es que el fin del ser humano es la felicidad, es lo que da sentido a la vida humana y sobre lo que hay que pensar es cuál es la vía hacia la felicidad. No se encuentra en la riqueza, el honor, el éxito, sino en la vida buena, según Aristóteles, por eso en este caso vienen a ser lo mismo.

Acabas de publicar el libro La búsqueda de la felicidad, ¿crees que nos hace falta aprender a ser felices?

Sí, nos hace falta, es un aprendizaje, como lo es la vida, en la que nos planteamos qué sentido tiene si al final nos vamos, desaparecemos, somos limitados, no venimos a sufrir pero el sufrimiento está presente en nuestra vida y carece de sentido y esa pregunta sobre el sentido es una constante, cómo sacarle partido a la vida, cómo sentirnos satisfechos… Esa pregunta, ese buscar sentido a la vida es buscar la felicidad.

¿Es un concepto que las empresas deberían incluir en su RSE?

También el concepto felicidad se ha ido degradando y se identifica con estar contentos continuamente, tener un bienestar material, que es importante y necesario, pero no es sinónimo de felicidad. Las empresas, la política, los gobiernos, lo que a veces buscan es que la gente esté contenta y eso es una simplificación de la felicidad, pero que parece muy presente en el momento actual, que la gente no se queje, darles lo necesario para que no se quejen.

 

De diarioresponsable.com

El futuro de la humanidades (elpais.com)

El futuro de la humanidades (elpais.com)

ADELA CORTINA.

 

Hace medio siglo C. P. Snow, físico y novelista británico, pronunció una conferencia sobre Las dos culturas y la revolución científica, que produjo un gran revuelo. Distinguía en ella entre dos culturas, la de los científicos y la de los intelectuales, que venían a coincidir con dos ámbitos del saber: Ciencias y Humanidades. A juicio del conferenciante, los intelectuales gozaban de un mayor aprecio por parte del público y, sin embargo, eran unos luditas irresponsables, incapaces de apreciar la revolución industrial por no preo-cuparles la causa de los pobres.

Hoy las cosas han cambiado radicalmente. Jerome Kagan, emérito de la Universidad de Harvard, vuelve al tema en The Three Cultures y, amén de añadir la cultura de las Ciencias Sociales, diagnostica el declive de las Humanidades. Naturalmente, cabría discutir todo esto, porque es discutible, pero hay al menos dos afirmaciones que urge abordar: ¿es verdad que las Humanidades están en decadencia?, ¿es verdad que quienes las tienen por oficio son incapaces de interesarse por la causa de los menos aventajados y de apreciar el progreso científico? La respuesta no puede ser en ambos casos sino "sí y no".

La necesidad de colaboración entre humanistas y científicos es cada vez más evidente

En lo que hace a las razones del sí, serían al menos tres.

Por una parte, el harakiri practicado por sedicentes humanistas, empeñados en asegurar que cualquier ciudadano corriente puede ser historiador, filólogo, filósofo o crítico literario sin tener que pasar por un aprendizaje ad hoc, cuando lo cierto es que estos saberes cuentan con vocabularios específicos, con métodos propios de investigación, con un bagaje de tradiciones históricamente surgidas que es preciso conocer para dar mejores soluciones a los problemas actuales.

Una segunda razón para creer en el declive de las Humanidades procede del afán imperialista de algunos científicos, incapaces de asumir que hay formas de saber complementarias, empeñados en explicar la vida toda desde la comprobación empírica, sea desde la economía o desde las neurociencias. Los buenos científicos saben que sus explicaciones y predicciones tienen un límite, y que las interpretaciones son harina de otro costal, no digamos ya las orientaciones sobre cómo se debería obrar. Pero los otros prometen lo que no pueden dar y no dudan en instrumentalizar a su servicio el aprecio que ha conquistado la buena ciencia.

Y, por último: las Humanidades -se dice- contribuyen muy poco a la economía de un país. De donde se sigue que invertir en ellas no parezca ser rentable, sea en docencia o en investigación, que el I+D+i parezca ser cosa de ciencias y tecnologías. Si a ello se añade la dificultad de comprobar la calidad de la producción humanística, el futuro de las Humanidades se ennegrece. Y, sin embargo, esto es radicalmente falso, y aquí empiezan las razones del "no". A cuento de la crisis económica distintos foros se han preguntado qué hacer y una de las medidas en las que hay un amplio acuerdo es la necesidad de incrementar la productividad formando buenos profesionales, cuidando los recursos humanos, de los que siempre se ha dicho -aunque no sé si alguien se lo cree- que forman el más importante capital de un país. ¿Qué tipo de profesionales podrían ayudarnos a salir del desastre?

Podrían ayudarnos los auténticos profesionales, que son buenos conocedores de las técnicas, pero no se reducen al "hombre masa" del que hablaba Ortega, sino que tienen sentido de la historia, los valores, las metas; son ciudadanos implicados en la marcha de su sociedad, preocupados por comprender lo que nos pasa y por diseñar el futuro, marcando el rumbo de la evolución. A su formación pertenece de forma intrínseca ser ciudadanos preocupados por el presente y anticipadores del futuro: no es un "algo más" que se añade a su capacidad técnica, sino parte de su ser. Pero para formar a ese tipo de gentes será preciso cultivar la cultura humanista, que sabe de narrativa y tradiciones, de patrimonio y lenguaje, de metas y no sólo medios, de valores y aspiración a cierta unidad del saber. De esa intersubjetividad humana, de ese ser sujetos que componen conjuntamente su vida compartida.

Por si faltara poco, se van estrechando los lazos entre humanistas y científicos, practicando una auténtica transferencia del conocimiento, que no es sólo cosa de patentes. En comisiones, proyectos de investigación y publicaciones aumenta el trabajo interdisciplinar, porque los problemas desbordan las respuestas de una sola especialidad. Y en ese trabajo conjunto un tema estrella es, y todavía tiene que ser más, la causa de los pobres. Bueno sería que las universidades hibridaran su profesorado y especialistas de distintas culturas impartieran las clases de cada grado para lograr una formación integral.

De todo ello resulta que la necesidad de las Humanidades no decae, sino que aumenta, y no sólo porque nos ayudan a vivir nuestra común humanidad con un sentido más pleno, sino porque incrementan esa soñada productividad que tiene su peso en euros. Ojalá las Jornadas sobre las Humanidades en España y en Europa, que se celebran a cuento de la convergencia europea, sean un impulso en este sentido.

Adela Cortina es catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Tomado de elpais.com (2010)

Etica mÍnima, cívica o de ciudadanos... qué es? (elcomercio.com)

Etica mÍnima, cívica o de ciudadanos... qué es? (elcomercio.com)

Emilio Cerezo, catedrático, se refirió a la ‘ética de los mínimos’, en una interesante entrevista realizada por Ivonne Guzmán, publicada por El Comercio, el domingo 21. Cerezo mencionó a Adela Cortina Orts, una filósofa española, que reflexiona sobre este tema tan actual como complejo –la ética- que debe ser materia no solo de estudio sino de práctica en la cotidianidad.

 

¿Es que hemos ‘domesticado’ a la ética? Algunos aporte de Cortina. ​ Se dice que la ética no está en crisis sino la práctica de la ética. Pero ese no es el problema de fondo: lo que preocupa es que el mundo gira –para ateos, cristianos o agnósticos- hacia un relativismo moral o anarquismo ético, donde los referentes ya no existen o no se practican.

Ética civil ​ Este supuesto ‘decaimiento’ de los valores que antes se consideraban inmutables es el resultado de cambios planetarios, que son imperceptibles e impactan progresivamente en los hábitos y comportamientos en todos los escenarios de la vida humana. ​ En ese sentido, la importancia de la ética rebasó las fronteras del currículo o del marco de la escuela, la familia y de los conventos. O como una cuestión exclusiva de los profesores de filosofía o de los sacerdotes. La ética tiene ahora una fachada y un contenido diferente, y a veces divergente de los cánones o normas instaladas otrora por los dogmas. Está naciendo una ética civil como una sólida propuesta desde los sujetos y no desde la autoridad religiosa, que luce envejecida y, en ocasiones, de espaldas a los tiempos.

¿Qué es la ética’ ​ ‘La ética es una rama de la filosofía, que estudia las cosas por sus causas (universal y necesario) y el comportamiento humano’. También es conocida como una disciplina que se relaciona con la moral y las costumbres de una sociedad. Se habla de ‘ethos’, es decir, de un contenido cultural que marca la identidad y la diversidad de los pueblos y naciones: su ser y modo de ser. ​ Para Aristóteles, la ética tiene un objetivo central: la búsqueda de la felicidad. Epicuro, en cambio, sostenía: ‘comamos y bebamos que mañana moriremos’. De todos modos, para los griegos lo más importante era la vida intelectual, antes que la entrega a los placeres y la riqueza, ‘lo que no excluye el goce moderado de los placeres sensibles y de los bienes en general, siempre y cuando no impida la contemplación de la verdad’. De ahí nace en Aristóteles el concepto de virtud, que consiste en la justa medida, para lo cual es necesaria la prudencia. Por eso, la virtud más elevada es la justicia.

¿Existe un gen de la ética? Adela Cortina, investigadora española, responde: ‘Existe una dimensión ética en el ser humano, a la que ninguno puede renunciar. Esto es innegable. Pero algunos neuro científicos aseguran que se puede fundamentar una ética universal desde el cerebro. Eso es lo que está por ver’. El pensamiento de Adela Cortina se inscribe dentro del denominado ‘procedimentalismo y la ética discursiva, que presenta como marco teórico a Kant, Hegel, Habermas y Apel. Ella sostiene -junto con Apel y Habermas- la racionalidad del ámbito práctico, el carácter necesariamente universalista de la ética, la diferenciación entre lo justo y lo bueno, la presentación de un procedimiento legitimador de las normas y la fundamentación de la universalización de las normas correctas mediante el diálogo’.

¿Ética mínima? Un punto de partida –según Cortina- serían los derechos humanos (el ámbito ético de tales derechos), como marco de la promulgación de los códigos jurídicos vigentes. ​ Un criterio válido para promulgar dichas normas sería contemplar la variedad de creencias que se encuentran en las distintas culturas a las que los hombres pertenecen. ‘Así –dice la escritora- los derechos humanos son un tipo de exigencias cuya satisfacción debe ser obligada legalmente y por tanto protegida por los organismos correspondientes, y el respeto por estos derechos es la condición de posibilidad para poder hablar de hombres con sentido’. Dice Cortina ‘que en una sociedad democrática y pluralista tiene sentido no inculcar en los jóvenes la imagen el hombre ideal, imagen solo admitida por algunos grupos que la componen, pero que tampoco la sociedad debe renunciar a transmitirle actitudes sin las que es imposible la convivencia democrática’. ‘De allí la importancia de explicitar los mínimos morales que una sociedad democrática debe transmitir: que son principios, valores, actitudes y hábitos a los que no se puede renunciar, pues hacerlo sería renunciar a la vez a la propia humanidad. Tal vez no responde o no puede responder a todas las aspiraciones que compondría una moral de máximos, pero es el precio que hay que pagar por pretender ser transmitida a todos’. Dos preguntas de la ética Dice Adela Cortina: ‘El interés por el bien de los hombres concretos, el objetivo de la ética, ha ido expresándose de modos diversos en el curso de la historia, pero son dos las grandes preguntas que preocupan a la ética: 1) ¿Qué se puede hacer para ser felices? Pregunta por el bien positivo. 2) ¿Qué se debe hacer para que cada hombre se encuentre en situación de lograr su felicidad? Pregunta por el sustento indispensable del bien positivo’.

Les recomiendo los siguientes libros de Adela Cortina Orts: ‘Ética de la razón cordial’, ‘Ética mínima: Introducción a la filosofía práctica’, ‘Ética sin moral’, ‘La moral del camaleón: ética política’ y ‘Ética aplicada y democracia radical’, entre otras. 

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección:https://www.elcomercio.com/blogs/la-silla-vacia/adela-cortina-propuesta-etica-minimos.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com

Retos y bibliotecología. Alejandro Parada

Retos y bibliotecología. Alejandro Parada

Desde la invención de la escritura, las producciones textuales han sufrido todo tipo de “filtrados”, selecciones y drenajes. Los libros que han llegado hasta nosotros estuvieron inmersos en procesos de selección: presencia de un canon que elegía ciertas obras y dejaba a otras en el olvido, autores desdeñados por la crítica, censuras, incendios y destrucciones de bibliotecas, etc. Los textos eran motivo de recortes y filtraciones a lo largo del tiempo, donde el azar también tenía su misterioso lugar15. En el presente, la sobre abundancia de información “sin filtración alguna” ha alterado este proceso y, en su desborde, aquello que podría ser terciario o secundario compite en un nivel de igualdad con lo que podría ser una fuente primaria. La pregunta que se impone, desde el punto de vista de la Bibliotecología y Ciencia de la Información, es ¿cuál es el papel (y la intensidad) que debe jugar nuestra disciplina en la selección de esta infinita información? Y lo que es más importante aún: ¿resulta factible y ético seleccionar una información que construye su identidad desde un imaginario social activo y presente, por ejemplo, en Internet? ¿Los bibliotecarios acaso son los gendarmes de la información y los agentes de su disciplinamiento? ¿Cuál es el grado de imposición normativa que estamos dispuestos a desplegar sobre ella? Estas cuestiones plantean y diversifican la problemática casi dramática que existe entre la necesidad de homogeneizar la información para facilitar su recuperación y la extraordinaria libertad social de su heterogeneidad natural. Quizá el mayor aporte profesional de los bibliotecarios, en esta nueva y desmadrada modernidad, no se afinque tanto en la necesidad de seleccionar los aspectos relevantes de la información sino, más bien, en ayudar a construir identidades de lo local distintas a las tradicionales pero inmersas en la globalidad, con el objetivo de mixturarlas “con una identidad propia” dentro del firmamento planetario de la información. De modo que el pensamiento sistémico y la mentalidad taxonómica en pro de un isomorfismo que dominó la humanidad durante siglos e influyó decididamente en el pensamiento bibliotecario, hoy se resuelve en un universo de comunidades narrativas que interactúan en una forma ya no contingente y establecida. El espacio y el tiempo han dejado de ser determinantes y los contactos e intercambios se manifiestan con una gran variedad de vidas sociales, donde se reestructuran los realismos con las comunidades imaginadas, en un fuerte contexto transnacional signado por el debilitamiento de las geografías específicas del Estado-nación16. Nos hallamos ante una ecúmene global y, al unísono, con comportamientos fractales, en que el caos juega un rol de marcada importancia. Es posible, no obstante, que las situaciones caóticas que vive el mundo y la información, a la postre, tengan ciertas regularidades, pero ya no características de un sistema inalterable sino, por cierto, de una formación con aspectos de rizoma17. La Bibliotecología y Ciencia de la Información no pueden escapar a esta realidad mundial. Se requieren, pues, nuevas relecturas diagonales, tal como la están realizando numerosas Ciencias Sociales, entre las que se destacan la Antropología y la Sociología, para reconfigurar nuestro ámbito curricular y adaptarlo al arrollador impulso de los vertiginosos estudios culturales. La nueva Bibliotecología imaginada tendrá que tener en cuenta esta pléyade de fragmentos de información, en tanto pautas reales-refractarias y aspectos materiales-polivalentes, que operan con una espesura heterogénea por encima de los límites fronterizos y que interactúan con dimensiones tecnológicas, ideológicas, étnicas, económicas y sociales en constante cambio y mutación de conceptos, usos, prácticas, motivos. La fantasía y la imaginación bibliotecarias serán peculiaridades conceptuales capitales que, en consecuencia, intentarán definir e identificar a los nuevos usuarios de este universo global en tensión con los localismos de identificación grupal y los “transnacionalismos” crecientes

INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD (ISSN 1514-8327) No. 29 (diciembre 2013)

Agnes Heller 1929-2019

De la muy amplia obra de Heller, en la mejor tradición de la filosofía marxista-humanista, crítica de las disoluciones del pensamiento postmoderno, cabe destacar sus aportaciones al estudio de la vida cotidiana y a los engranajes entre la cotidianeidad y la sedimentación histórica. 
La vida cotidiana se forma a través de las apropiaciones que hace el individuo de las herramientas de socialización: el lenguaje, los usos y costumbres, los instrumentos culturales. El plano de lo cotidiano está marcado por unas pautas de comunicación básicas en la práctica de los intercambios que describen la convivencia, caracterizadas por la espontaneidad, el pragmatismo, la economía de esfuerzo, la confianza, la generalización, la imitación, la satisfacción individual... Junto a esta esfera de proximidad vital se construye la vida no cotidiana, la sedimentación social del conocimiento, de los valores, de la historia. Una construcción dialéctica, donde se objetivan en términos históricos los nutrientes de la vida cotidiana.
Heller analiza los apalancamientos en la vida cotidiana que sobredimensionan lo cotidiano sobre lo no cotidiano, lo individual sobre la formación social como instancia transformadora, y habla de la 'alienación de la vida cotidiana'. Se produce aquí una degradación cultural de una sociedad, donde los valores efímeros no sólo no regeneran el plano de lo no cotidiano, sino que impide que los individuos se enriquezcan de las esferas superiores del conocimiento. Aquí, cabe inferir, aparecen como instancias de apalancamiento de lo cotidiano, esto es, de alienación de la vida diaria, los instrumentos mediáticos que se apropian del tiempo social. Así, mientras vive una realidad rica y compleja en el plano de lo no cotidiano, que se define en el paradigma de la sociedad del conocimiento, la alienación de lo cotidiano conlleva escenarios empobrecidos, escasamente conectados con la riqueza de la objetivación histórica, que son, a la vez, los más frágiles y vulnerable a la manipulación y la inducción de pautas de comportamiento en el plano individual de la vida diaria.

 

DE INFOAMERICA

El domingo y el descanso

El domingo y el descanso

“El concepto de vida que hoy es dominante no se centra en la actividad o en la dedicación sino en la evasión. Ganar para divertirse, para satisfacerse. El modelo es el de una persona de éxito que puede permitirse muchos y variadas oportunidades de disfrute”.
“El hombre no ha descansado jamás tanto como hoy, y sin embargo el hombre no ha experimentado jamás tanto vacío como hoy”.

 

 
“El domingo no es el día para borrar los demás días sino para recordarlos, bendecirlos y hacer las paces con la vida”. 
“El domingo es el día para hacer las paces con la vida diciendo: la vida es preciosa. No es fácil, a veces es dolorosa, pero es preciosa”.

 

#francisco

Ecoética

Ecoética

La ecoética es una propuesta moral basada en la sensibilización ecológica del individuo. Este énfasis en la conciencia ambiental descansa en dos principios fundamentales: el biocentrismo y la ecodependencia. Elbiocentrismo subraya la inserción del ser humano en el orden natural: el hombre es un animal de tantos y sus diferencias con el resto de especies son cuantitativas, en modo alguno cualitativas. Por su parte, la ecodependencia afirma que todo ser viviente debe ser puesto en valor por sí mismo, con lo que se da algo así como una dignidad natural aparejada a toda expresión de vida. La ecoética implica una particular visión del mundo y de la relación del ser humano con la naturaleza: el hombre no tiene el derecho de servirse a placer de los recursos naturales como si estuvieran puestos ahí a su disposición. El dominio planetario de la técnica artificial es una irresponsabilidad y un atropello achacable al hombre contemporáneo.

Según esta postura ética, el ser humano debe ser responsable de sus acciones sobre el medio ambiente, en el que participa como uno más de los agentes vivos sin más privilegios que cualquier otro.

medioambiente.net

Nuestra ruta... está marcada por las humanidades

Nuestra ruta... está marcada por las humanidades